lunes, 23 de diciembre de 2013

Impresoras 3D

Un diseño realizado por ordenador es el que se convierte en una de las claves del funcionamiento de las llamadas impresoras 3D. Y es que éstas, a partir de ese proyecto, acometen la impresión en tres dimensiones de todo tipo de maquetas o de piezas volumétricas.

La funcionalidad y utilidad de estos periféricos es la que ha llevado a que en los últimos años haya crecido la demanda y presencia de los mismos en el mercado tecnológico. Un hecho que ha propiciado a su vez que aparezcan muchos más cartuchos de impresoras y tóner compatibles. 

En el ámbito del diseño industrial, de la creación de prótesis médicas o en el campo de la arquitectura es donde más se hace uso de las llamadas impresoras 3D que actualmente se pueden clasificar en dos grupos:
  • De tinta. Como su propio nombre indica, son aquellos periféricos que se basan en el uso de un polvo composite como la escayola, lo que da lugar a piezas muy frágiles y flexibles. Si ha crecido el número de empresas que optan por esta clase de impresoras es que porque son económicas y rápidas.
  • De láser. Su sistema de funcionamiento se basa en el hecho de que el láser se encarga de actuar de manera directa sobre el polvo para que este se polarice. Ciertamente, y frente a la anterior modalidad, esta solución trabaja de una manera mucho más lenta y además es más cara. Sin embargo, presenta una importante ventaja respecto a otras: ofrece unos productos muy consistentes y de máxima calidad.
Ambos tipos de impresoras 3D se enmarcan dentro de las llamadas de compactación, que hacen uso de masa de polvo. No obstante, existe otra modalidad: la de adicción, que es también es conocida como de inyección de polímeros.